Todos conocemos la exótica belleza de las orquídeas, y
que hay cientos de
variedades de ellas.
Lo que la gran mayoría desconocemos es que hay por lo
menos una orquídea que no se utiliza de manera decorativa.
Los conquistadores españoles notaron que en México los
aztecas agregaban a su bebida pedacitos de la vaina de cierta orquídea.
Cuando usted come helado de vainilla artesanal,
probablemente está disfrutando del extracto de la orquídea Vanilla planifolia.
Erase
una vez unos reyes en un pueblo mexicano, Totonaco, que veneraban a sus dioses
construyendo templos. Entre ellos estaba Tonacayohua, la diosa de la siembra,
del pan y de los alimentos, a la que servían doce jóvenes haciendo votos de
castidad.
Uno
de los reyes de este pueblo, Teniztli, consagró a su hija Tzacopontziza,
"Lucero del Alba" al culto de la diosa de la siembra. Pero pasó el
tiempo y el príncipe Zkotan-Oxga, "Joven Venado" se enamoró
apasionadamente de la princesa.
A
pesar de saber que el sacrilegio estaba penado con el degüello, el "Joven
Venado" raptó a su enamorada "Lucero del Alba". La historia de
los jóvenes duró poco porque los sacerdotes los descubrieron, y fueron
degollados y sus corazones entregados como ofrenda a la diosa.
La
historia de estos amantes no acabó aquí, sino que empezó. En el lugar donde
se produjo el sacrificio brotó un arbusto y junto al tallo comenzó a crecer
una orquídea trepadora con elegantes hojas, que parecían los brazos amorosos
de una mujer reposando en el seno de su amado. Al poco tiempo la planta se empezó
a cubrir también de pequeñas flores que desprendían un delicado aroma.
De
boca en boca corría la voz en el pueblo de que la sangre de los príncipes se
había transformado en arbusto, y que sus florecillas en orquídeas de exquisito
perfume. "El alma de la inocente Lucero del Alba se difunde por todos los
rincones con la fragancia que desprende esta planta", decían.
Es
en este momento cuando la orquídea fue declarada planta sagrada y empezó a
ofrecerse como ofrenda divina.
Y
como cuenta la leyenda, de la sangre de una princesa, nació la vainilla, que en
Toconaco significa "flor recóndita".
ORQUÍDEA
TREPADORA
La
vainilla, flor de aspecto amarillo-cremoso (Vanilla planifolia) pertenece
a las orquidáceas, familia más conocida por producir exóticas flores
tropicales.
Es
una planta de hojas algo carnosas capaz de trepar gracias a sus raíces por árboles
u otros lugares, hasta una altura de 10 a 15 metros en condiciones naturales,
sin embargo bajo cultivo se la deja crecer a una altura suficiente para poder
ser cosechada a mano. Se encuentra en los trópicos pero crece mejor en climas cálidos,
húmedos y de lluvias frecuentes. La temperatura media favorable es de 21º a 32º,
con lluvias uniformes distribuidas a lo largo del año. Dos meses de lluvias
reducida detienen el crecimiento y aceleran la floración. Los árboles que las
acogen les proveen de una sombra parcial e impiden su desecación.
La
planta es nativa de México y Centro América donde sus frutos, comúnmente
conocido como "vainas" fueron utilizadas por los aztecas que empleaban
la vainilla para dar sabor a bebidas de chocolate. En 1520, Montezuma y otros líderes
aztecas consumían la "bebida de los dioses", chocolate hecho con
granos de cacao molidos y harina de maíz aromatizado con vainilla en polvo y
miel, en presencia de Hernán Cortés y sus oficiales. Éstos, cautivados por el
descubrimiento, la trajeron a España donde la utilizaron en la confección de
perfumes y para aromatizar determinadas bebidas.
Los
aztecas, pueblo indígena que denominaba a la vainilla con el nombre de "tlilxochitl"
(tlill-negro / xochilt-vaina o flor), ocupaba las zonas más áridas en las
estaciones frías, como el Valle de Méjico, un medio poco indicado para la
planta de la vainilla, así que ellos comerciaban la vainilla con las culturas
de las tierras bajas de las Costas del Golfo de México.
En
la antigüedad esta planta fue muy codiciada por las características que se le
atribuían, ya que existía la creencia de que poseía propiedades mágicas,
afrodisiacas y curativas. Los romanos la utilizaron como perfumador y como
elemento imprescindible en la cocina. De hecho en la actualidad el uso más
frecuente es el culinario.
Hoy
en día México sigue estrechamente vinculado a la vainilla: Veracruz, por su
importante producción, Totonoco, por la habilidad de sus agricultores y
cultivadores de vainilla, San José Acateno por su mercado de extractos y
frutos.
Además
de V. planifolia también se cultivan en menor medida la vainilla de
Antillas (V. pompona) y la de Tahití (V. tahitensis), pero debido
a su peor calidad se emplean sobre todo para extractos. Los mayores productores
de vainilla se encuentran en Madagascar, las Islas Comores, Méjico, Reunión e
Indonesia.
Fuera
de su lugar de origen, las abejas necesarias para su polinización no existen,
por lo que se hace necesaria la polinización manual. Para este proceso el
rostelo es curvado hacia arriba usando un alfiler, de forma que el estambre
puede ser presionado con un dedo en el estigma.
El
fruto verde, recogido justo antes de su madurez, no tiene todavía el aroma
característico. Para que éste se desarrolle deben someterse los frutos a un
complicado proceso de curación. Éste consiste, según el sistema tradicional,
en una alternancia de sudado y secado de los frutos al sol durante un tiempo que
va de 1 a 3 meses, hasta que acaban teniendo la característica coloración
"achocolatada". Entonces se embalan.
El
mercado de la vainilla natural es muy amplio: pastelerías, fábricas de
refrescos, heladerías, consumo casero, confección de licores y concentrados.
En
algunos países, y siguiendo tradiciones populares, se utiliza para
contrarrestar la fiebre, como diurético, para acelerar el parto, para
fortalecer la memoria e incluso contra las picaduras de animales ponzoñosos.
Modernamente,
la vainilla empleada para el comercio se produce usando un complicado proceso en
el cual las vainas se someten, en primer lugar a un tratamiento con aire o agua
calientes a 70ºC. Esta temperatura sirve para matar los frutos, pero no es
suficiente para inactivar los enzimas que en el transcurso de varias semanas,
hidrolizan la glucovainillina en glucosa y vainillina libre, principal
responsable del aroma. Serán necesarias otras enzimas para que las vainas
fermentadas desarrollen un color marrón oscuro.
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